domingo, 13 de septiembre de 2020

DIJOUS 17

 

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo

Confidencias de una estrella (interioridad)

 

Nos preparamos para la oración, me siento bien los pies apoyados en el suelo, la espalda recta, las manos sobre la mesa o mis piernas, cierro los ojos y tomo aire tres veces…

 

“¡Que sí, que te estoy hablando! No te asombres. Las estrellas hablamos a quien nos quiere oír, a quien ansía la luz, a quien busca. Yo soy la estrella de los buscadores.

Veo claramente a dónde te llevan los latidos de tu corazón. Sé que buscas la inocencia primera, que trabajas por soltar el barro pegado a tu historia. Sé que buscas el cielo nuevo y la tierra nueva. Sé que quieres ser niño por dentro y maduro por fuera. Eso te acerca al reino de los cielos, eso te hace sentirme familiar y brillante. ¿Me equivoco?


Soy la estrella de los buscadores, de los Magos, de los caminantes. Puedo captar tus aspiraciones perfectamente. ¿Sabes por qué?

Porque esta belleza que observas en el firmamento no es más que el reflejo de lo que llevas en tu interior. Quien no mira desde su profundidad es imposible que perciba el esplendor exterior.

Vuestro corazón está lleno de aspiraciones profundas, pero os conformáis con ambiciones de celofán y papel moneda. Para eso vino Jesús: para redescubriros la potencialidad de vuestro mundo interior. Él lo llamaba “reino de los cielos”, porque realmente es el lugar sagrado que el Creador se ha reservado dentro de vosotros.

Dios nos creó, para hacemos partícipes de su Vida, para besaros con su Gratuidad. Necesitabais ser rescatados. 


Podéis sembrar el bien en vuestro barro terrenal, podéis cultivar la plenitud, podéis rebosar luz y abrazos. Eso es lo que significa “nacimiento”: desde vuestra pequeñez inicial podéis germinar, madurar, fructificar. Te lo he dicho, en vuestro interior nace el reino de los cielos y su energía fluye continuamente. Basta con estar atentos, con dejaros impulsar, con caminar por vuestra preciosa cotidianidad

Ahí está vuestro privilegio, vuestro tesoro, la semilla de vuestra ansiada felicidad. Quien se revistió de niño, de fragilidad, de naturalidad, os está invitando a comenzar y avanzar todos los as, a nacer y caminar siempre. Lo tienes fácil. Yo, desde aquí, te seguiré acompañando.


Continuamos en silencio y pensamos: en este principio de curso:

-¿Qué aspiraciones tengo?
-¿Qué puedo hacer para parecerme a Jesús de Nazaret?

Podemos compartirlo con los demás.

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